No me gusta la política, pero hay algo que se ha hecho más presente con el resultado de estas últimas elecciones…, y es esa dicotomía hemipléjica de la derecha y la izquierda. Quizá en algún momento entendamos que ésta, es otra forma más de separación, y que la única opción, es crear espacios de encuentro y no de diferencia, unión es mejor que separación. Parece mentira que haya que recordarlo, pero es que estamos llamados a convivir, excepto, en el caso contrario, donde se quiera y contemple la posibilidad de eliminar brutalmente al bando contrario, claro está.
Ya antaño reflexionaba Ortega y Gasset, sobre lo absurdo de la división de los hemisferios morales y políticos consistente en clasificar y etiquetar a los demás como conservadores o progresistas. Y citaba:
“Ser de izquierdas es, como ser de derechas, una de las infinitas maneras que el ser humano puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral…”, y yo añado, «No me interesa cómo piensas, me interesa cómo actúas…»
Comprendo, pero no comparto la insistencia de esa necesidad de posicionamiento. Antes de empezar a hablar de política, antes de empezar a escuchar planes, propuestas, proyectos… haya que averiguar el origen o ideología política de quien propone. Lo que más me disgusta de la política, es ese condicionamiento previo por un pretérito, que sigue oliendo a rencor, a pasado… Como dos amigos (porque al principio todos éramos amigos) que lucharon y se hirieron, y en cada nueva apuesta, van a intentar resarcirse de sus anteriores derrotas… ¿Por qué no es posible dejar eso ya de una vez? A mí esta postura me parece peligrosa, y ridícula… ¿Qué pasaría si después de conocer a una persona que te encanta, descubres que no comparte tus opiniones políticas, la vas a dejar de ver?
«Nuestras virtudes y nuestros defectos son inseparables, como la fuerza y la materia. Cuando se separan, el hombre deja de existir». Nikola Tesla
P.D.: Elige una persona con un puntito “loca” xq las “cuerdas”, atan mucho.
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